24 de julio de 2013

Carta para Clara Anahí

(Sobre la obra Instrucciones para abrazar el aire del Grupo Malayerba) 



Por David Rocha



Querida Anahí, te escribo desde la distancia procurando encontrar en el aire un poco de vos. Empieza el XVII Festival Internacional de Monólogos, Diálogos y más… y el grupo Malayerba desde Ecuador, nos ha traído, casi en susurro, Instrucciones para abrazar el aire. Un espectáculo que evoca no solamente el rescate de nuestra memoria, también ahonda en las fibras más delicadas de nuestra historia latinoamericana.
La provocación proviene de tu abuela, esa mujer que se niega a olvidar su vida y tu desaparición. Sabe que estás ahí en la casa número 1134 de la calle 30, aun paseando por sus cuartos, abrazando el árbol de limones ciegos. Se niega a olvidar aunque se siente cansada, silenciosa, vacía, prefiere recordar todos los días, contarle a tu abuelo su historia, sus historias, reinventársela para no olvidar, aunque no tengan la certeza de la verdad.

Después los cocineros pretenden vivir esta historia desde una perspectiva surreal, onírica, imbuidos quién sabe en qué sueño, habitan tu época y viven ese día fatídico en que los milicos entraron y acabaron con todo: la imprenta, los conejos, los sueños, la gente…

Los vecinos de enfrente también habitan la misma época y se vuelven en intrusos, invasores, predadores, sin embargo son los únicos testigos de tu desaparición y aunque sean repugnantes son los únicos que dieron esperanzas a tu abuela.

Seis personajes tomados de tu historia verdadera, que fluctúan en binomios antagonistas y se relacionan a partir del caos producido por la casa… si, la casa, esa que se quedó silenciada después de los disparos, esa casa que es evocada a través de la síntesis espacial, de lugares definidos con luces que dibujan espacios íntimos, en algunos momentos melancólicos, hay cierta tristeza en las luces también.
Esa casa rodeada de viento donde de pronto han desparecido todos, rodeada de un viejo buscar, lugar donde los personajes se mueven de forma precisa, sin adornos, llegando muchas veces al estatismo y apoyándose en la palabra como medio de acción. Sí Anahí, la palabra también es acción aunque sea tan inapresable como el viento.




Los dos actores que cuentan tu historia se van convirtiendo en los seis personajes a partir de pequeños accesorios y cambios físicos mínimos, demostrándonos mucha sutileza en el modo de actuación, no olvidando los detalles… y vuelve aquí la memoria, pues hay cosas que aunque se cuenten en silencio no pueden ser olvidadas.
En esta historia todo es sutileza, todo es poesía y se logra construir un discurso que no solamente te pertenece, también a nosotros nos pertenece, ¿a cuántos hemos perdido en nuestra historia?, ¿cuántos han desaparecido?, ¿dónde estarán?, ¿qué aire nos lo soplará y vendrán a nuestros brazos como olor a limones y a tierra?
Volvamos a la casa y a la recurrencia al encierro y la locura, a la enajenación para borrarse de este mundo, para olvidarse de este mundo. Tal vez la muerte no sea tan mala como pensemos, quizás la metralla en la frente no nos mate, como no mató a los cocineros, a los compañeros de la imprenta clandestina, pues en la locura, en ese mundo surreal, logran sobrevivir y quedarse con nosotros al igual que vos.
Tal vez hoy cumplas 36 años y no recuerdes la revista Evita Montonera, tal vez hoy cumplas 36 años y aún no te des cuenta de tu pasado, de tu historia, tal vez hoy cumplas 36 años y al terminar esta carta puedo extender mis brazos y sentirte conmigo cuando el aire abrace mi cuerpo.



1 comentario:

  1. La obra gusto mucho, es una propuesta sobria y llena de humor, gracias por la critica nos parece muy poética.

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