(Sobre la obra La frontera del grupo Justo Rufino Garay)
Por David Rocha
Con dramaturgia de Laila
Ripoll y dirección de Lucero Millán, la noche de ayer pudimos disfrutar de la
puesta en escena La Frontera a cargo del Teatro Justo Rufino Garay. La historia es sencilla: un abuelo y su nieto
entran en conflicto porque este decide emigrar e ir tras el sueño americano.
En escena vemos un círculo,
una piscina llena de lodo, donde los dos personajes desarrollarán una cadena de
acciones casi acrobática. Es una especie de tablero de Ifá donde se cuenta la
historia, el círculo los encierra y delimita, a la vez que evoca la ritualidad
negra, africana, pues nieto y abuelo pertenecen a esta cultura. También el círculo
representa y simboliza el alambre, la cerca, que el más joven debe atravesar.
De este binomio de personajes
me surge una tesis, aunque parezca que son personajes distintos y antagónicos,
me resultan uno mismo y complementarios. Es decir me parecen que son el mismo
hombre viviendo en épocas distintas contando una misma historia.
Por otro lado el abuelo
resulta el Eggun, muerto, guardián del muchacho y este debe cargarlo a cuestas,
pero también podemos deconstruir una metáfora más profunda en la construcción
de este binomio: el abuelo materializaría en escena toda la cultura ancestral
que lleva consigo aquel que abandona su país, pues la patria la llevamos por
dentro.
Jhosay Peralta y René Medina
interpretan ambos personajes desplegando un manejo corporal preciso y de cierta
manera sus movimientos están condicionados por el pequeño espacio circular
donde se desplazan y por el lodo sobre el que se mueven, lo que particulariza
el gesto y deja en evidencia un constante trabajo del actor.
Pienso que el tema de la
emigración es simplemente un punto de partida para hablar de otros temas tan
humanos y profundos como la identidad y la memoria. La llave que con tanta
insistencia el abuelo busca y al final
entrega al nieto resulta una sobreviviente a los embates de la historia, guerras,
muertes, desastres. La llave es un cúmulo de universos que se concentran en un
mismo objeto. Llave que no es más que una puerta al pasado y al futuro.
Este es, para mí, el discurso
encriptado de La Frontera poder caminar hacia el futuro sin renunciar al pasado
que llevamos a cuestas.
El espacio esta buenísimo, sigan adelante les deseamos muchos éxitos, es un espacio necesario en Nicaragua.
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