25 de julio de 2013

Muerte en directo: la paradoja de una actriz

(Sobre la obra Muerte en Directo, bajo la dirección de Guillermo Heras y la actuación de Zaide Silvia Gutierrez)
Por Zoa Cuellar

"Para salvar el arte dramático es preciso que todos los teatros del mundo sean destruidos y que todos los actores y actrices del día mueran de la peste. Ellos envenenan el arte y lo hacen imposible." - Eleonora Duse



Muerte en directo es una propuesta escénica en la cual se pone en evidencia la paradoja sobre la técnica y el quehacer de una actriz frustrada. Durante todo el espectáculo observamos el conflicto de una actriz que decide quitarse la vida en la misma escena, siendo supuestamente, esta su última representación.

La escena casi vacía está delimitada en dos espacios, el ficcional y un área limítrofe que separa a la actriz de lo que pudiera decirse es la realidad. Con pocos elementos escenográficos: un baúl, un cubo y una manta que cuelga en el fondo de la escena, con un diseño de vestuario que a partir de los colores rojo y negro y con la versatilidad de la tela, abonan a la caracterización y a una estilización de los movimientos corporales y un diseño de luces que demarca en forma precisa los espacios escénicos, el personaje nos representa una misma acción durante una hora, un gran performance, en el cual dialoga con el público, desde un tono irónico y con humor negro, sus criterios del arte escénico, sus debilidades, sus experiencias y los motivos que lo impulsan a realizar esta última representación.



Con un gran dominio de las técnicas de actuación, esta actriz critica la exacerbación que se puede llegar a alcanzar con la técnica naturalista de Stanislavski. Realiza un recorrido histórico por los principales creadores del teatro contemporáneo occidental, ejecuta una línea de acciones físicas antinatural, en la que la repetición de gestos es una constante, un trabajo corporal mesurado, la dilatación del cuerpo en escena y el juego con la energía logran mantener un ritmo constante de altibajos que mantiene cautivo al espectador sobre lo que sucederá.
Morir en directo es más que un acto de fe, es un homenaje a la vida en la escena, a la vida en el arte, por lo que al final en su último parlamento, y con la manta sobre su cabeza, la que ha estado presente en la escena durante todo el espectáculo, Zaide proclama con tono vaticinador que “el teatro es uno de los resquicios que queda para preservar nuestra memoria”.  





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