1 de agosto de 2013

Ron Lalá, Siglo de Oro, Siglo de... siempre

(Sobre la obra Siglo de Oro, Siglo de ahora (Folía) del grupo español Ron Lalá)

Por Zoa Cuellar



La noche del martes 30 de julio pudimos disfrutar del espectáculo Siglo de oro, Siglo de ahora (Folía) de la agrupación española Ron Lalá, en la sala Pilar Aguirre del Teatro Nacional Rubén Darío. 
Esta puesta en escena propone, con un lenguaje cargado de hilaridad e ironía, entablar un paralelismo entre contextos históricos y sociales del pasado y del presente y que podrían revelarse también en un futuro. Pensar la realidad del Estado español como una repetición de acciones dentro de realidades epocales alejadas. S XVII siglo de oro, Siglo XXI el ahora.
El diseño escenográfico que consta de dos tarimas, un candelabro y una fila de luces de bombillos como referencia a la antigua iluminación escénica nos remonta al ambiente del antiguo corral español, en el que pronto unos comediantes de la legua darán inicio a la función. El diseño de luces opera, entonces, como arquitectura efímera porque pretende no sólo recrear el modo de iluminación escénica de los corrales sino también la estructura física del edificio teatral.


Uno de los elementos más relevantes dentro de la propuesta escénica es el diseño de vestuario en el que, primordialmente, se utiliza el blanco, el negro y el rojo. El vestuario adquiere nuevos significados a partir de pequeños cambios dentro de sus elementos que abonan a una nueva caracterización de los múltiples personajes que interpretan los actores durante la obra. 
Siglo de oro… es una propuesta interdisciplinaria en la cual la música evoca el estilo Barroco. Los actores ejecutan en vivo los diferentes instrumentos, y este aspecto de la puesta tiene un papel predominante dentro de la escena ya que proponen un recorrido por diferentes tradiciones musicales españolas. 
La estructura de la obra está compuesta principalmente por entremeses cómicos, que contienen claras críticas de la realidad contemporánea ibérica a partir de la utilización de los referentes culturales, artísticos y sociales del Siglo XVII. Todos los parlamentos están escritos en verso y cargados de humor que junto a la música nos remontan a ese espacio de carnavalización, en el que prima la permisividad y cierta falta de control. Espacio también de una cultura institucionalizada de la risa en la que la parodia hacia el poder es uno de sus fundamentos y que dentro de otros contextos podría considerarse como un umbral de transgresión a las leyes impuestas por un sistema.




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